"Toda Filosofía es siempre y por principio práctica. Toda Filosofía
contiene y proyecta vida. Desde la búsqueda de coherencia con este
principio, nosotras defendemos la confusión de la vida teorizada en
el magma indistinguible del ejercicio de la vida.
Que el horizonte de esta forma de vida, frente a la cual nos
enfrentamos y frente a la cual nos queremos reconocer como
adversarios, haya dedicado tanto esfuerzo a levantar y defender esa
división entre la vida teorizada, entrecomillada, y la VIDA, sólo
nos ofrece una muestra más nítida y llena de sentido de aquella
afirmación: que toda Filosofía ejerce y promociona vida y es por
eso política.
La confusión necesaria que defendemos entre política, filosofía,
teoría y vida, persigue imprimir una densidad imprevista sobre la
expresión forma de vida. La
forma de vida es el territorio de la batalla, de la insurgencia, de
la esperanza y también del desaliento. Es el ejercicio de la vida
del que nos queremos responsabilizar sin excusas ni etiquetas, sin
apellidos como íntima,
pública, privada,
teórica, práctica,
real, utópica,
personal, profesional
etc.
Es así que la vía que pretendemos abrir es la de ejercer una forma
de vida en guerra, cuyo desenvolvimiento tenga como horizonte a cada
instante el daño, la fisura, el debilitamiento de la forma de vida
imperial.
Nuestras palabras han de estar entonces aferradas a las pequeñas
rebeliones que despuntan silenciadas en los rostros fruncidos, a las
insurgencias desenfocadas por los llamados medios de comunicación, a
la rabia, a la ilusión, a cada nueva solidaridad que va abriéndose
paso. Nuestras palabras no se avergüenzan del compromiso con la vida
que arrojan, nuestra palabra quiere ser práctica, enganchada en el
movimiento, en el aliento, en la lucha.
Del mismo modo nuestro compromiso tiene que situarse en el territorio
de la forma de vida, de ejercer y cultivar una Filosofía activa,
vivida. Es justamente del reconocimiento de la política en la vida
de donde emana la trascendencia de la confusión entre acción,
creación y palabras. Nosotras deseamos esta confusión. La palabra
debe ser construir y participar, tomar partido en el devenir de la
actividad, de los modos de vida. Contra lo que nos rebelamos es por
tanto contra aquella palabra resbaladiza, vacía, irresponsable de la
que hace gala la forma de vida imperial y la filosofía que justifica
y da sentido a la misma. Queremos resbalar con las palabras, jugar,
ponerlas patas arriba, pero queremos juegos y diálogos manchados de
tierra y de lágrimas, a fin de cuentas, co-responsables. Nuestras
palabras son las prótesis con las que cada acto se carga, con las
que cada nueva solidaridad es eso, solidaridad. Por tanto, palabra
como acción, es más, palabra como cre-acción, puesto que cada
actividad está viva, no es fósil, segrega objetos, palabras,
sentidos, política, est-éticas.
Desde algunos de estos esbozos encaramos “la lucha”, porque
queremos que esta palabra se llene de profundidad y crezca en
superficie, tanto que llegue a importar poco el propio término, es
el uso al que se engancha, su práctica y su entramado con otras
palabras, otras ideas y otros sentidos. Esto es justamente lo que
intentábamos poner de manifiesto en las líneas anteriores.
Frente aquellos que hacen de
luchar cabrearse; estar enfadado con una u otra medida; gritar o
lanzar proclamas al viento; mantenerse como usuario (activo o pasivo)
de una concentración o manifestación; frente a ellos defendemos la
lucha como acción y ejercicio que aspira a transcenderse, a
propagarse, a hacerse total.
Objetivar una idea es tomar partido, no exige mística sino acción. "Hacer" en el sentido que apuntamos (esto es, desde el compromiso político de la vida frente a la forma de vida imperial), efectiva y consecuentemente, es luchar. Tomar conciencia de la filosofía de vida que se quiere asumir y vivir; tomar conciencia a su vez de la forma de vida que de hecho se ejerce, la imperial (con todas las contradicciones evidentes que se dan en cada ejercicio particular de esta). Actuar desde este convencimiento es la llave para poder ejercer una forma de vida protagonista, verdaderamente protagonista y no impostada al “estilo Hollywood”. Ser parte activa, por tanto, de esa filosofía proclamada. No se trata de “dejar de hablar y empezar a actuar”, sino más bien de actuar y hablar en el mismo plano, en el mismo territorio, en la misma brecha que poco a poco vamos abriendo."
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