Aunque tengamos nuestras dudas respecto a este invento-propuesta sería interesante comprobar su viabilidad ecológica (que no funcional, pues eso parece estar claro). Si bien es cierto que la reforestación progresiva parece mucho mejor, parece evidente que el tiempo que transcurre entre los plazos de re-ecosistematización se prolonga demasiado en el tiempo.
Este proyecto conjunto entre la Universidad Libre de Bruselas, la Universidad de Ben Gurion de Israel, la Universidad de Alicante, la Universidad Rey Juan Carlos I de Madrid y la Universidad de Salamanca (con la colaboración de la empresa Ecotex y la NASA), podría dar alas a proyectos agrarios en zonas desérticas o semidesérticas.
**Este artículo esta sacado de Ecococos
A lo largo de los años se han estudiado diversos métodos para recuperar
terrenos desertizados, muchas veces con éxito. Un método que ha tenido mucha
aceptación es la reforestación progresiva de las zonas afectadas. Realizando un
estudio dentro de cada caso, se van introduciendo especies de plantas que
soporten los niveles de sequía en la zona, aumentando los niveles de humedad y
progresivamente introduciendo nuevas especies ganando terreno sobre las zonas
afectadas. Existe un caso práctico que se ha llevado a cabo en la década de
1930, con éxito en Villa Gesell, una pequeña ciudad del litoral de Argentina.
Existe una alternativa que está en proceso de investigación y que fue
presentada en el año 2004 en Israel por el científico León Brenig, de la
Universidad de Bruselas: el proyecto
Geshem ("lluvia" en hebreo) con el que pretende crear lluvia
artificial, y que podrá solucionar problemas de desertización sustituyendo
algunas medidas polémicas como los trasvases y las desalinizaciones del agua
del mar, además de aprovechar el aumento de las temperaturas en el planeta
debidas al problema del Calentamiento Global.
El proyecto consiste en la colocación de una tela asfáltica en una
extensión de unos dos kilómetros cuadrados para favorecer el fenómeno isla de calor, que se forma sobre las ciudades que, debido al
asfalto, constituyen puntos oscuros absorbentes de los rayos solares, lo que
causa que la temperatura sea varios grados centígrados superior a la del área
que la circunda. Esta diferencia de valores hace que se aceleren las corrientes
cercanas y que aumente el vapor de agua para que, a la altura del extrarradio urbano, donde cae unos grados la temperatura, se
formen nubes y se favorezcan las precipitaciones.
El proyecto, a partir del efecto isla
de calor, que se lograría con la instalación de la superficie de tela
asfáltica, se dirige a áreas donde hay riesgo de restricciones y de
contaminación atmosférica por falta de lluvias. La zona donde ha de implantarse
debe cumplir algunos requisitos imprescindibles: que haga un intenso calor,
haya una brisa constante y una humedad del aire relativamente alta.
El proyecto 'Geshem' intentará simular el fenómeno de la isla de calor
mediante la colocación de una película de color oscuro de baja reflexión en una
superficie de dos kilómetros cuadrados. Esta superficie será capaz de alcanzar
altas temperaturas y así favorecer la dilatación del aire y del vapor de agua
que contiene. El vapor asciende rápidamente al mismo tiempo que se va enfriando
y, a los 1.000 metros de altura, empieza a condensarse para, a continuación,
provocar precipitaciones.
La primera prueba se realizará en el desierto del Neguev en
Israel a 150 kilómetros de la costa una vez se disponga del material, que ha de
ser biodegradable para evitar la contaminación y barato para que su aplicación
sea rentable. El proceso de investigación se puede prolongar hasta cinco años y
no tendrá consecuencias negativas para el medio ambiente por lo que lograría
resolver los problemas de flora y fauna que los trasvases y las
desalinizaciones provocan.
El proyecto está en fase de investigación y corre a cargo de la NASA, de la Universidad Libre de Bruselas, en Bélgica, y la de Ben Gurión, en Israel, junto a la empresa de material agrícola Ecotex, la Universidad de Alicante, la Rey Juan Carlos I de Madrid y la Universidad de Salamanca.
El proyecto está en fase de investigación y corre a cargo de la NASA, de la Universidad Libre de Bruselas, en Bélgica, y la de Ben Gurión, en Israel, junto a la empresa de material agrícola Ecotex, la Universidad de Alicante, la Rey Juan Carlos I de Madrid y la Universidad de Salamanca.
Respecto al coste de implantar una de estas estructuras es
relativamente pequeño en comparación a otras alternativas para paliar la falta
de agua, como pueden ser las desaladoras, ya que para una superficie de 2
kilómetros cuadrados habría que efectuar una única inversión de unos 2 millones
de euros, sin mantenimiento ni coste de funcionamiento, declaró el científico
Jesús Vigo Aguiar, de la Universidad de Salamanca.
Fuente original: http://physfsa.ulb.ac.be/IMG/pdf/brenig07.pdf
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